domingo, 27 de marzo de 2016

LA PROMESA DE UN PREMIO ES MÁS EFICAZ QUE LA AMENAZA DE UN CASTIGO

A nadie le gusta que sentir que le imponen lo que tiene que hacer. Es una realidad desde que somos pequeños y es una realidad cuando somos grandes; sin importar si ahora somos jefe, recepcionista, médico, gerente o dueño de una empresa. 

 Entonces el dilema que existe es ¿cómo mantener el control sin aplastar la integridad de la personas que trabajan conmigo? o ¿cómo participo yo en mi grupo para sentirme que me tienen en cuenta y que realizó las tareas porque sé que son importantes? He visto muchos directivo o jefes ser tan permisivos que pierden el control de su grupo, perdiendo liderazgo, perdiendo productividad, arriesgando su puesto por la falta de ejercer un control real. Y en el otro extremo vemos jefes que quieren controlar al máximo y quieren tener total dominio del tiempo de sus subalternos, que hacen la vida imposible para ellos y para él mismo. ¿Cuál sería el criterio para manejar este dilema? 

Existe un principio que nos ayuda a resolver este dilema. "Se deben premiar las altas estadísticas y castigar las bajas estadísticas"; dicho por el señor L.R.Hubbard. Lo que implica que nuestra atención debe estar focalizada en resaltar aquellas acciones que contribuyen a que el grupo, al cual pertenecemos, esté cada vez mejor. Por ejemplo, el logro de objetivos, el cumplimiento de una orden, las tareas realizadas, etc. Inclusive, resaltar y reconocer a los compañeros o empleados que contribuyen al grupo con su buena actitud; y claro respaldados con el logro de sus objetivos y funciones. 

 De igual forma todas las acciones que afecten la supervivencia del grupo deben ser corregidas con el propósito que el grupo siga avanzando  en su misión. Llegar tarde, no entregar un informe a tiempo, no cumplir con las funciones asignadas, no cumplir con la meta de ventas, mantener el escritorio en un caos, etc., se consideran acciones que afectan el bienestar del grupo y deben corregirse. Es necesario tener claro las reglas y normas, no debemos castigar a las personas por violar normas o reglas que no están claramente definidas. No se deben estar cambiando las reglas o las maneras de medir la productividad de una persona. 

 Al motivar un grupo o una persona, la promesa de un premio es más eficaz que la amenaza del castigo. Por esta razón fundamental, es que la atención de los Jefes debe estar más en el logro de las metas y motivar a que las personas tengan claras sus metas y objetivos en el trabajo. Pero principalmente deben enfocarse en el cómo medirán si la persona está logrado sus metas,  y que recompensas obtendrá si las logra. La recompensa más grande es que la persona se sentirá con la moral alta de saber que lo pudo lograr; sólo aquellos que creen que lo único que los motiva es el el dinero, son difíciles de motivar.

César Marín.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario